jueves, 12 de mayo de 2011

El valor de los sentimientos

Muchos filósofos han querido resaltar el papel de los sentimientos, las emociones, como elementos constitutivos del ser humano. En ocasiones han contrapuesto los sentimientos a la razón, por entender que ellos tienen la capacidad de movernos y motivarnos para actuar.
En la Grecia antigua Aristóteles señaló que somos inteligentes. Quería indicar que la razón no hace sino dirigir la lección entre los distintos deseos que sentimos. De ese modo sólo se encarga de identificar, en cada situación concreta en la que nos encontramos, para disponerse a realizarlo. Este proceso se llama deliberación quién lo realiza rectamente es un hombre que posee la virtud de la prudencia en realidad, la conocida definición de hombre, el animal racional, ha de ser entendida de este modo. Nuestra condición no consiste solo en racionalidad, sino que por naturaleza y por hábito tenemos que contar con los deseos, emociones y sentiminetos.
La filosofía del cristianismo subrayó la importancia de los sentimientos amorosos, “ama y haz lo que quieras”. San Agustín insiste en que lo importante para el ser humano no es tanto desarrollar la razón. De ese modo la persona se parace más a su creador y se prepara para el encuentro con el en esta vida y en la otra.
David Hume, sostiene que la razón es incapaz de motivar la conducta , y que son, las pasiones las que mueven a las personas para actuar. Kant defiende que la razón es perfectamente capaz de mover a la voluntad para actuar, respeto como sentimiento moral.
En el siglo XX el español, Xavier Zubiri atribuye a los seres humanos una inteligencia sentiente. La inteligencia no es indepediente del sentir. Los seres humanos tenemos un modo propio de sentir, se puede decir que las personas sentimos intelectivamente nuestra relación con la realidad no es sólo intelectual, sino también sentiente.



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